Serie "¡He vuelto!"
La palabra
La palabra como acción de lo posible
El verbo que expresa el pensar
Y que me constituye
El pensar sin palabras
Allí soy el que no soy
Allí me desconozco
Y me busco
¿Dónde el yo real?
¿El innombrable?
Gringa
En la tarde que no me pertenece
Por lo eterna, aunque debiera
Apareciste
Acodada en el extremo opuesto
Solos
-¿cómo te llamás?
-¿me habla a mí?
Allí desperté
Comencé a acariciarte
Y a buscarte
Aún no te hallo.
La mujer, desnuda…
La mujer, desnuda
Mira, sentada a lo buda
En la alcoba iluminada tenuemente
A un hombre que le hace de espejo
En lo relajado de la actitud
Se aprecia
La calidad de la entrega
¿Por qué ese gesto constante?
¿Por qué ese gesto constante? ¿Eterno?
Dibujado en su rostro
¿de qué sonríe el ciego?
¿de qué sonríe?
¿es de pudor y vergüenza?
No
Sonríe de los que ven.
¿cuántos volverán a decir…
¿cuántos volverán a decir lo que llevaron?
¿dónde y de qué modo volverán?
Cantidad sin límites de textos que no leeré.
Páginas que quisiera poder haber escrito
Que ya pertenecen a la historia
Páginas que serán escritas de gente no nacida
Que quisiera poder imaginar
Anticipar
Escribir lo no escrito todavía.
El papelito
Yo y el papelito cojo
Entre él y yo viene y va la musa
Si se asienta ¡Bravo!
A veces, como ahora
Solo va.
Me gusta…
Me gusta ver venir a lo lejos
Y cruzarme,
Con el caminante solitario en una playa con mar
Me miro y sigo.
Detesto la muchedumbre.
¿Cómo creer sin servirte?
¿Cómo creer sin servirte?
He ahí el drama y la caída en la hipocresía.
Desconfío de la debilidad de la creencia.
Servir es servir a la obra
Creer es creer en la obra
En el creador. no hay alternativa
¿Cómo creer sin servirte?
Un vendedor ambulante…
Un vendedor ambulante, vestido con ropa y piel oscura, gordo, desprolijo, visiblemente acalorado, asciende y ofrece su golosina con voz defectuosa por falta de dientes y del hábito de hablar.
Una mujer joven sube con su criatura al transporte. El vendedor vocea y reparte: las 5 por 2. El niño trastabilla a punto de caer por el andar del micro. El vendedor le ofrece la mano, regordeta, sucia y protectora. El niño la toma. Solo ve la mano. Luego lo mira a los ojos y le devuelve una sonrisa.